Capítulo 1
![El ogro Grogro](https://www.cuentosinfantiles.net/images/el-ogro-grogro-300x241.jpg)
En el país de los ogros colorados, en un pueblo de barro, vivía un padre ogro, una madre ogro y un niño ogro, llamado Grogro. El padre de Grogro era muy grandote y colorado, con unas largas garras verdes, unos dientes largos y afilados de color verde y tres cuernos verdes también. Era increíblemente fuerte, y poseía un tremendo vozarrón. Pero, como la mayoría de ogros colorados, no era muy listo.
La madre de Grogro era colorada, con los labios brillantes y verdes y un largo cuerno rojo y verde. No era tan grande como el padre ogro, pero era más inteligente. Las madres ogros son inteligentes porque tienen tres ojos verdes, mientras que los padres ogros sólo tienen dos.
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Al igual que todos los pequeños ogros, Grogro era rosa y no tenía cuernos. Sin embargo, aunque era pequeño, era mucho más listo que su padre. Sabía leer y escribir, sumar y restar.
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Para volverse colorado, todos los ogros tienen que matar a un monstruo. Al padre de Grogro le gustaba matar dragones, y creía llegado el momento de que Grogro matara también a un dragón. Mas a Grogro no le gustaba matar criaturas.
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Lo que es peor todavía, aunque su padre lo ignoraba, Grogro había hecho amistad con un sabio y viejo dragón amarillo llamado Zagón. A Grogro le encantaba sentarse en la cálida guarida de Zagon y escuchar relatos de monstruos, tierras lejanas y ogros dorados, que eran amables, valientes e inteligentes.
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Cuando el padre de Grogro descubrió su amistad con Zagón, se puso furioso.
—i A los dragones hay que matarlos, no hacerse amigo de ellos! —gritó—. Si quieres llegar a ser un ogro grande y fuerte como yo, debes matar a ese dragón. Entonces, de sus fosas nasales empezó a salir humo, y de sus cuernos, rayos. Grogro salió corriendo calle abajo.
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No paró de correr hasta llegar a la guarida de Zagón y, derramando lágrimas verdes y brillantes, le contó al dragón lo sucedido. — Debes alejarte volando, Zagón.
El dragón le miró pensativo por encima de sus gafas.
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—Tú podrías convertirte en un ogro dorado, ¿sabes? Los ogros dorados nunca matan a menos que se vean obligados a hacerlo.
—¿Cómo puedo convertirme en un ogro dorado? Tendría que realizar alguna hazaña. Y no soy más que un niño.
—A lo lejos, a la sombra de una montaña solitaria, hay una tierra donde todos los habitantes tienen miedo. —¿De qué tienen miedo? —Temen a un gigantesco y viscoso monstruo que habita en la montaña. Cada noche abandona su cueva y se desliza de pueblo en pueblo devorando a ogros y dragones por igual, y dejando un asqueroso rastro de baba verde.
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Al final del pasadizo había una habitación repleta de mapas e instrumentos extraños. —¿Cómo es que ningún ogro se ha atrevido a matar al monstruo? — Es demasiado terrible y fuerte. Sólo se le puede matar cuando está dormido en su cueva. Pero el monstruo suele cambiar de forma, y su cueva sólo puede alcanzarse a través de un pasillo, demasiado estrecho para un ogro.
— ¡Quizá sea lo bastante pequeño para deslizarme por él! —exclamó Grogro—. ¡Y podría matarlo con la espada de mi padre!
— Hum, sí, pero para matarlo deberías hundir la espada en su corazón. Y para llegar a él deberías deslizarte a gatas por un estrecho pasadizo y luego atravesar un resbaladizo arco de roca.
—¡Lo conseguiré! —exclamó, corriendo en busca de la espada. Al llegar a casa asomó temeroso la cabeza por la puerta. Su padre roncaba en un sillón y su madre estaba ausente. Así que se acercó de puntillas a la vitrina que había en la pared, sacó la espada sin hacer ruido, se ató el cinturón y volvió a salir sigilosamente.
Al poco rato Grogro se hallaba sentado a horcajadas a lomos de Zagón, volando más y más alto sobre las montañas hacia poniente. Había comenzado su peligrosa aventura.