El conejo forzudo

conejo-forzudoPodéis imaginaros nada más absurdo que un mano a mano entre un elefante y un conejo para comprobar quién es el más fuerte? Pues bien, un día, hace mucho tiempo, el conejo desafió al elefante con estas palabras: —Aunque soy pequeño, me considero tan fuerte como tú.

Como es de suponer, el elefante soltó una carcajada tan larga como su trompa y siguió bañándose tranquilamente en el río.

—Si traigo mañana una cuerda —dijo el conejo—, ¿estás dispuesto a medir tus fuerzas en un mano a mano conmigo?

—Ya puedes ir corriendo a buscar la cuerda —dijo el elefante, y siguió afilando sus enormes colmillos en una roca.

Pero antes de ir en busca de la cuerda, el conejo todavía tenía que hacer otra visita. Tenía que visitar al hipopótamo, que se hallaba paciendo en la pradera, como solían hacer los hipopótamos por aquellos días.

—Ten cuidado por donde andas —dijo el hipopótamo al ver al conejo—. No quisiera pisarte por error.

—No te preocupes por mí —contestó el conejo—. Aunque soy pequeño, soy muy forzudo. Si quieres, mañana te lo demostraré en un mano a mano para ver quien es mas fuerte, si tú o yo.

El hipopótamo bostezó y dijo:

conejo-forzudo-2—No quisiera lastimarte, pero si te empeñas… —Y se trasladó a otra colina después de haber arrasado la anterior.

Al día siguiente, el conejo se presentó ante el elefante con una cuerda larguísima.

El conejo le dio un extremo de la cuerda y el elefante se la enroscó alrededor efe su gruesa trompa.

—Ahora debes retroceder—dijo el conejo—, y cuando la cuerda esté bien tensa, los dos tiraremos de ella.

El elefante retrocedió hacia el bosque, justo cuando apareció el hipopótamo caminando torpemente.

conejo-forzudo-4El conejo dio al hipopótamo el otro extremo de la cuerda y dijo:

—He dejado el otro extremo en el bosque. Vete hacia atrás, y cuando la cuerda esté bien tensa, los dos tiraremos de ella.

El hipopótamo ató la cuerda alrededor de sus cuatro dientes y apretó las mandíbulas con fuerza. Luego retrocedió hacia el bosque y dio comienzo el mano a mano.

El elefante, unido a un extremo de la cuerda, se inclinó ligeramente hacia atrás, pues no quería lastimar al conejo.

El hipopótamo también se inclinó ligeramente hacia atrás, no deseando tampoco lastimar al conejo. La cuerda se tensó y se alzó del suelo.

“¡Quién iba a decir que ese mequetrefe era tan forzudo!”, pensó el elefante, y tiró otro poco más de la cuerda.

conejo-forzudo-3“¡Quién iba a decir que el conejo podía agarrarse tan firmemente al suelo con sus pequeñas y peludas patas!”, pensó el hipopótamo, y tiró un poco más de la cuerda.

—¿Pero qué es esto? ¡Si casi me tira al suelo! —exclamó el elefante—. ¡Será mejor que emplee todas mis fuerzas!

—¡Ahí va! ¡Si casi me derriba al suelo! —exclamó el hipopótamo—, ¡Será mejor que tire con todas mis fuerzas!
Al fin el elefante y el hipopótamo comenzaron a tirar de la cuerda con todas sus fuerzas. Tiraban, gruñían, resoplaban y exclamaban, pero ninguno conseguía aventajar al otro. Tres días duró el mano a mano, con ambos animales clavados en el suelo donde habían plantado sus enormes patas.

Al principio, el conejo se divertía mucho al ver la igualada lucha, pero al cabo de tres días empezó a aburrirse y se puso a mordisquear la cuerda.

De pronto resonó en el bosque un estrepitoso chasquido y la cuerda se partió en dos. El elefante salió disparado hacia atrás y cayó sobre unas zarzas. El hipopótamo salió volando por los aires y fue a aterrizar en el río lleno de lodo.

conejo-forzudo-hipopotamoA partir de aquel momento, el bosque ya no es lo que era. El elefante se dedicó a arrancar los árboles de cuajo en busca del conejo que hirió su orgullo —amén de su trasero en las zarzas— y el

hipopótamo se pasa el día escondido en el río haciendo burbujas y sólo anda de noche por el bosque.

—Es por si me topo con el conejo forzudo -se apresura a aclarar.