Las plumas del cuervo

Esta historia nació en las profundidades del bosque donde con frecuencia se escuchaban a los pájaros discutir sobre quién de ellos era el más bello y cual tenía mejores características. Los puntos de comparación eran muchísimos desde el sonido de su canto, las plumas, en fin, sobre cualquier tema emprendían una discusión. Lo más habitual era escuchar como algunos decían:

– Tengo la mejor voz de todo el bosque.

– ¡Qué bobo eres! Yo si tengo el plumaje más bello y colorido que nadie jamás haya visto –exclamaba otro en tono de burla.

Pero las discusiones no quedaron ahí pues hasta peleaban por la comida, y para todo usaban amenazas muy fuertes. Bajo este dilema pasaban los días en el bosque, y siempre se escuchaban las mismas discusiones y algarabías. Toda esta situación trajo consigo muchas preocupaciones a todos los que escuchaban tales discusiones, hasta que un día una ninfa del bosque comenzó a pensar en cómo acabar con esa situación. Para lograr esto anunció a todas las aves del bosque:

– Haré una selección entre ustedes buscando la más bella y hermosa de todas para que sea su rey y lograr volver a vivir en paz y tranquilidad de nuevo.

Las plumas del cuervo.
Las plumas del cuervo.

Este anuncio las desconcertó completamente logrando provocar un estado de nerviosismo e intranquilidad. Todas las aves eran muy orgullosas y su vanidad era tan elevada que no eran capaces de ceder ante la belleza de una compañera pues cada una de ellas se consideraba como la más hermosa ante la presencia de otra.

Comenzaron nuevamente las discusiones entre ellas y cada una comenzó a exponer sus características. En primer lugar llego el águila con su pecho muy inflado y dijo:

– No cabe duda que la ganadora seré yo pues entre todas soy la más fuerte y la más preciosa.

Ante semejante comentario el pavo real comenzó a burlarse, y abriendo su cola les dijo:

– Tengo un plumaje muy suave y colorido, sin duda alguna todo el mundo caerá a mis pies cuando yo muestre mis bellas plumas.

Muchos de los presentes se retiraron cuando el pavo real terminó de abrir su gran cola. En eso llegó el ave del paraíso quien mandó a frenar tal algarabía con su comentario:

– Es verdad que tienes una cola hermosa, pero tus plumas son insignificantes ante las mías.

Mientras la discusión continuaba, se podía ver como el cuervo negro estaba muy triste en un rincón y suspiraba al ver lo hermosas que eran sus compañeras. La pobre ave se preguntaba una y otra vez mientras se miraba en el estanque:

– ¿Por qué son nuestras plumas tan negras? ¿Será que los cuervos no podemos tener un plumaje colorido jamás?

Al mismo tiempo que el cuervo se lamentaba, un cisne que estaba en el estanque le dijo al resto de las aves:

– Vengas todas a lavarse o ninguna podrá ser rey.

Al escuchar las palabras del cisne y ver su bella figura todas las aves siguieron su consejo y fueron hacia el estanque. A este grupo se unió el triste cuervo, que por más que intentaba lavarse su color no cambiaba, al contrario era cada vez más negro. Cuando ya todos se marcharon el cuervo se quedó solo en el estanque y repetía una y otra vez:

– Jamás podré ser rey.

Mientras decía la frase una y otra vez se percató que a su alrededor habían muchísimas plumas hermosas de las aves que se habían lavado, y fue en ese momento cuando exclamo:

– Se me ha ocurrido una brillante idea. Debo recoger todas estas plumas para pegármelas al cuerpo y así poder ser seleccionada como la más hermosa de todas.

Y así hizo, recogió cada una de las plumas que flotaban en el estanque y con resina de pino se las pego en el cuerpo y espero a que llegase el día de la competencia.

Llegó el momento tan esperado por todos, el día del desfile para seleccionar al rey. Comenzaron las aves con su plumaje bien arreglado a pasar ante la ninfa, y cuando ya las había visto a todas, se dirigió hacia el cuervo y dijo:

– Eres tú el ave más hermosa que habita el bosque y por eso desde este momento serás el rey de las aves y serás el encargado de mantener la paz y armonía.

Ante tal decisión, las aves comenzaron a protestar y se lanzaron sobre el cuervo proporcionándole fuertes picotazos y quitándole cada una de las plumas que con tanto trabajo y dedicación se había puesto.

– He vuelto a ser negro, de nada me valió emplear las plumas de otros como si fuesen las mías – dijo el cuervo con voz de arrepentimiento.

Moraleja: Debemos aceptarnos como somos y no es correcto tomar las cosas y los méritos de los demás para vanagloriarnos.