El niño mago

Había una vez un joven mago que no hizo caso a los consejos de los magos sabios sobre el peligro que conlleva practicar la magia con las personas, y se propuso conseguir que todo el mundo gozara de belleza.

El joven mago consultó libros, consiguió una olla grandísima, preparo pócimas y pócimas… y después se le ocurrió añadirle un ratón.

Poco después de que sucediera esto, el joven mago decidió darse un buen baño. Echó agua y jabón en una tina, se puso su gorro de baño, cogió el cepillo para frotarse la espalda y se metió en el agua llena de pompas de jabón.

el-nino-magoDe pronto, ¡PLAF!, desapareció, dejando la tina vacía.

Al momento la pompa más grande estalló de ella surgió asustadísimo el mago más pequeño del mundo.

Todo ocurrió por una venganza de los ratones, quienes indignados por lo que el joven había hecho a su amigo, consiguieron que un mago les hiciera una pócima para reducirá los niños malos.

-¡Oh, cielos! –dijo llorando-. ¿Por qué se me habrá ocurrido ponerme a descubrir pociones mágicas? Yo solo quería que todo el mudo fuera alto, fuerte y guapo.

-¡Estoy arrepentido!

Y entonces el encantamiento desapareció y el joven mago pudo salir del jarrón en el que lo habían encerrado.

Fin